AÑO 2013. Crónica 19.

REGRESO A UHKTA (Viernes, 23 de Agosto de 2013) .-

Dormimos como niños en una cama caliente y seca. Estas experiencias te permiten valorar cosas que de ordinario ni consideras.

Nos levantamos a las 7 y empezamos a cargar las motos. Todo seguía empapado pero al menos habíamos dormidos secos y esperábamos poder dormir en el hotel de Uhkta aquella misma noche.

Salimos del hotel a las 9 horas. Llegamos al embarcadero sobre las 10 horas y tuvimos que esperar una hora para poder embarcar.

En el ferry solo entramos nuestras dos motos, un ciclomotor y un enorme camión que a mí me sorprendió que cupiera. Sigo sin entender, que entre dos ciudades de casi 100.000 habitantes separadas por 350 kilómetros, al margen del tren, la única estructura de comunicación, fuera este rudimentario mecanismo de ferry.

Salimos a la carretera sobre las 10:30 horas y empezamos nuestro regreso a Uhkta.

Todas las dificultades habían crecido un grado como consecuencia de la lluvías de los dos últimos días. Las amables tramos de pistas rápidas de dos días antes eran ahora barrizales complicados. Los barrizales de la ida eran ahora pozas profundas. Con todo los primeros 150 kilómetros pudimos avanzar con relativa rapidez. Hubo unos 70 kilómetros mágicos para mí. La arena en su grado justo de humedad, miles de pozas con las que hacer un rápido slalon, jugando con los estribos como me enseñó Roc. ¡Qué divertidos fueron esos kilómetros, que cayeron demasiado rápidamente!

En algunas zonas al ir rápido por el “tolondulé”, esos pequeños baches regulares en los que parece que vayas por un tejado de uralita, la vibración de la moto hacía que se me nublara la vista. Disfruté mucho esos tramos.

Llegamos a los poblados de mitad de camino. Compramos en el colmado algo de comida. La gente, ¡las señoras que suelen pasar de estas tonterías!, nos preguntaban en el colmado si habíamos llegado a Vorkuta. Se acordaban de que tres días antes habíamos cruzado por ese pueblo, alterando el ánimo de sus hombres jóvenes, que no entendían tuvieran de venir dos españoles para intentar llegar en moto a Vorkuta. La respuesta negativa las tranquilizaba. El reto seguía intacto.

Comimos en un banco, al lado de un borracho, que no se enteró de nada y al que dejamos lo que no pudimos acabar. DSCN1817

Aparecieron unos chicos con sus motos de dos tiempos y les pedidos gasolina de 95. Mil rublos por 10 litros. Para ellos eso era más de tres veces su valor…pero respuesta negativa. No tenían gasolina de 95 y por lo tanto no había negocio. Les preguntamos qué gasolina tenían. De 92 fue la respuesta. Cerramos el acuerdo, pero me llamó la atención la instintiva honradez de aquellos chavales. ¿Cómo podíamos saber nosotros que la gasolina que iban a traernos en un bidón era de 95, 92 u 89 octanos? Ellos estaban dispuestos a perder el negocio antes que engañarnos. ¡Qué admirable lección de honradez! Este tipo de comportamiento lo hemos visto en toda esta región de Rusia. La gente no tiene la tentación de engañarte, por muy despistado o necesitado que te vean.

Al entrar en la zona de los bosques, los últimos 150 kilómetros, la pista empezó a complicarse. No recordábamos tanto barro ni tantas pozas. El ritmo se enlenteció.

Al tomar el último tramo, que es el más difícil, la situación dejó de ser divertida. Las pozas era enormes y algunas con sorpresas. Se hizo de noche, casi no veíamos las roderas, el embragué de mi moto se aflojó y conducía sin embrague. Faltaban 80 kilómetros y no tenía ganas de sacar las herramientas y ponerme a ajustarlo, así que cambiaba sin embrague,  lo que no es problema, pero no poder jugar con él, en una zona tan complicada no facilitaba las cosas.

Me caí de bruces en una poza. De bruces es eso, salí nadando de debajo de la moto…que conseguí parar y no entró agua en el motor. Estaba algo más que empapado.

En este ultimo tramo de casi 100 kilómetros no vimos a nadie. Había desaparecido el escaso tráfico. ¿Qué ocurría? Al final lo averiguamos. Hay dos pistas en este tramo de la ruta. Una corta y difícil, en la que estábamos y otra más larga y fácil. Hoy, dado que había llovido tanto, el escaso tráfico se había decantado por la otra pista y no debía de sorprendernos. Que lio fue salir de allí de noche.

Los últimos 30 o 40 kilómetros fueron muy duros. Llevábamos casi 12 horas en la moto sin parar. Ya no teníamos ni luz, ni batería, ni sobre todo ganas de filmar lo que estaba ocurriendo. Estábamos muy cansados y la sucesión de las dificultades y las pozas era constante y su profundidad creciente. Simplemente queríamos salir de allí como fuera…

Al cabo de una hora más y según mi cuentakilómetros debíamos estar ya casi en la carretera, pero no veíamos a nadie y casi no reconocíamos donde estábamos. Solo un horrible hedor, me tranquilizó. Olía al vertedero que está al principio de la pista. Efectivamente habíamos llegado. Eran las 10 de la noche y habíamos estado finalmente 13 horas en las motos.

Repostamos en la gasolinera que está a cuatro kilómetros de la pista. Nos hidratamos e hicimos los últimos 70 kilómetros de carretera hasta Uhkta. Pasamos mucho frio los dos. Estábamos empapados, especialmente yo, hacia 3 o 4 grados de temperatura, íbamos por carretera, de noche…

Llegamos a Uhkta sobre las 11 de la noche. Habíamos dejado el coche allí, hacia cinco o seis días y una habitación llena de cacharros y sobre todo ropa seca…

Otra vez dificultades para conseguir una habitación con baño. “The best room de hotel…”. No entendían nada en recepción. “Suite”. Eso ya les llegó. Las suites de este hotel alcanzan a tener una ducha con agua caliente. Yo hubiera pagado lo que fuera por una bañera hirviendo, pero aquello era el nivel máximo que podían ofrecernos. Metimos las motos en el patio de atrás del hotel. Las atamos al coche. Y nos subimos a por el agua caliente.

¡Que maravilla! Volver a sentirte limpio, caliente y entre ropa seca…

El calendario era ya exigente con nosotros. Mañana deberíamos salir temprano si queríamos dormir en Moscú. Poner orden en las cosas y cargar el coche, nos iba a llevar un par de horas, así que no había tiempo para festejos. Nos fuimos a dormir de inmediato.

Esta entrada fue publicada en Viaje. Guarda el enlace permanente.

4 respuestas a AÑO 2013. Crónica 19.

  1. enric martin dijo:

    Caramba Angel, me preocupas lo arriesgado que ESTAS HACIENDO, pero cuando comentas CAI EN UNA PÒZA y sali nadando de debajo de la moto, ya es casi de ciencia ficcion.
    Lo importante es que no te hagas daño ( esa caida podias haberte fracturado no se cuantos huesos o costillas) pero veo que estas en forma y ademas te estas DIVIRTIENDO con el RETO.
    uN ABRAZO muy fuerte y te veo al regreso.
    Enric martin

  2. ROSA dijo:

    Hola Angel, ostres!! no sabía de vuestro «sueño-locura»!!!, os felicito!! os admiro y me ha encantado tu relato, casi me salpicaba el barro. ¿Cual será vuestro siguiente reto?.
    Besos
    Rosa

  3. Jorge dijo:

    Ángel, el año que viene seguro que sí!! El verano pasado a 500Km, este a 300Km; el verano próximo cumpliremos el objetivo seguro; Ánimo y un fuerte abrazo!!

Deja un comentario